lunes, 14 de diciembre de 2009

Circulación etílica

- Estoy bien. Yo manejo.

¿Cuántas veces has escuchado esta frase, proferida por alguien que está visible y evidentemente intoxicado por el alcohol? Si esta columna fuera autobiográfica tendría que mentir en el número, ya que he perdido la cuenta.

Conducir un auto en estado de ebriedad es una de las principales causas de accidentes en el país y en el mundo. Miles de vidas y millones en daños el principal resultado. Dentro de las víctimas frecuentes se encuentran (nos encontramos, más bien) los desafortunados inocentes que tenemos un poco más de conciencia con respeto a nuestra habilidad para operar maquinaria móvil en directa relación con el aprecio de nuestra propia vida, seguridad, bienestar, libertad, economía y autoestima.

Resulta baladí narrar en estas líneas los eventos de este tipo en los que me he visto involucrado, en los que ha participado algún familiar, amigo, conocido o vecino, ya que, por desgracia, creo que todos pertenecemos a la lista de 'me pasó o conozco a alguien que le pasó'.

Uno de los mayores agravantes a este problema me parece que es la negativa de los amantes de la agüita feliz a buscar alternativas. Conductor designado, un taxi, quedarte en el lugar donde estás o sólo beberte un par de tragos parecen ser el equivalente contemporáneo a la tortura medieval, a la cobardía o al cuadro de honor de los aguafiestas.

Otro factor agravante está en la necia incapacidad de aprender de lo ocurrido. Tropezarse con la misma piedra es una frase que adquiere un nivel superlativo con el bacofílico, situación directamente relacionada con el ya mencionado agravante de la alternativa consciente a la conducción no estupidificada.

El aumento en multas, restricciones y penas legales, acompañado de programas de detección y prevención han reducido los índices de accidentes automovilísticos relacionados con el alcohol, pero no terminan de funcionar en el nivel inmediato de conciencia del practicante, la inconformidad con los niveles permitidos por el alcoholímetro es un buen ejemplo, pero, ¿cuál es la cantidad de alcohol en la sangre límite para poder conducir seguramente? Se critica duramente el nivel impuesto por las autoridades, porque regresamos a la frase con que se abrió este texto… - estoy bien.

Y el problema real es que no lo estás, tus reflejos han sido relajados por la calidez en tus venas, pero te sientes seguro de que no pasa nada, porque estás bien, tú manejas. Pero cuando te volteas en el periférico; atropellas a un niño; te estrellas contra el auto en que van una madre y sus dos pequeños; asesinas (literalmente) a tus cuatro amigos que iban en el auto contigo, eres el único que ha sobrevivido, pero pierdes ambas piernas; te mientas la madre y agarras a golpes con cualquier hijo de vecino porque quiso avanzar mientras te pasabas el alto; te pierdes el bautizo de tu hijo por cumplir tu condena en 'el torito'; te quitan tu propio coche de encima del cuerpo y ves tendido a tu amigo a media calle, inerte, y no tienes ni idea de dónde estás o qué pasó; o amaneces en un hospital y ni siquiera recuerdas cómo llegaste ahí, entonces, y sólo entonces, es cuando declaras a los cuatro vientos – no lo vuelvo a hacer.

Y lo haces a las dos semanas.
Y aparte luego te da risa y se vuelve chocoaventura.
Y te molestas porque no me parece gracioso.

Tenía 18 años cuando manejé ebrio de un bar hacia mi casa. Por fortuna no hubo ningún contratiempo o algo qué lamentar. Podría argumentar que era joven y que estaba aprendiendo de la vida. Creo simplemente que era más estúpido en ese entonces.

1 comentario:

  1. mi amigo estoy completamente de acuerdo contigo en esto y su tu sabes que lo hice mas de 1 vez cuando estabamos en los teens.

    lo bueno aqui en Canada y en mi provincia hay 0 tolerancia a manejar con alcohol en la sangre a cualquier nivel, osea no te puedes ni echar una y manejar, y la verdad las cosas estan muy bien en ese respecto por aca.

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