Dentro del afán humano por organizar y ordenar la vida, la historia, el universo, cada que finaliza un año (nuestra medida arbitraria indicada por cada vuelta que da nuestro planeta a la estrella que orbita) podemos leer por todos lados las listas de lo mejor y lo peor que ha ocurrido, hacemos recuento de los eventos destacados, tanto para bien como para mal, lo que nos afectó directa e indirectamente, lo que nos hizo felices o nos dejó un amargo sabor de boca.
¿Por qué tanto listado y recuento? Gracias a nuestro bendito don de la inteligencia, tenemos la capacidad de ver hacia el pasado y aprender de lo vivido. Echar una mirada hacia atrás nos permite crecer y ser mejores (en el mejor de los casos, claro).
En ese cariz, este año que termina es uno de grandes enseñanzas. Enormes.
La epidemia de la influenza porcina, luego A H1N1, la crisis económica a nivel mundial, junto con la incapacidad y el descaro de la clase política para lidiar favorablemente con ella, y la inseguridad provocada por el crimen organizado y el narcotráfico fueron los temas más álgidos para nosotros.
En el esquema general de las cosas que atañen a México, el balance es negativo.
Nuestro actual presidente carece de autoridad para hacerse respetar, y si bien se muerde la lengua tanto como el ex ¬presidente vicente fox (recuerden que hay personas que no merecen mayúsculas) al menos lo hace con un poco más de elegancia. Eso no deja de lado el hecho de que, como buen político, está inmensamente lejos de cumplir lo prometido en campaña, incluso actuando completamente en dirección contraria. Nuestro presidente del empleo terminó dejando a más gente en la calle, seguimos pagando el ridículo impuesto denominado tenencia (felices juegos del 68, gracias) y aumentó el IVA, ISR, IDE y más.
Si bien ya tenemos bastantes problemas con la situación migratoria con los Estados Unidos, gracias a un virus zoonótico nos convertimos en los 'apestados' del mundo al estallar en nuestro país la pandemia de la influenza. La ignorancia e intolerancia apenas se vieron detenidas por el sentido común, ya que es fácil olvidar que una enfermedad no distingue las clases, nacionalidades y escaños determinados por los humanos.
Continuamos secuestrados por el crimen y la impunidad. El Estado Mexicano sigue rebasado por el narcotráfico y los secuestradores, y sólo en nuestro país puede darse el hecho de que el 99% de las extorsiones telefónicas provengan de las cárceles y el derramamiento de sangre se haya incrementado.
Tratar de ver el año 2009 con un saldo positivo sería pecar de optimista o iluso, y sólo extrayendo una lección de lo ocurrido podremos generar un año 2010 que cierre en números negros.
Las premisas siguen siendo las mismas, se requiere la acción de nosotros para construirnos un país mejor; hacer que se escuchen nuestras voces y predicar con el ejemplo serán los únicos motores para generar un cambio en un país que ha dejado de ser la primer potencia latinoamericana para volverse el hazmerreír de muchos al ser los únicos que parecemos querer o permitir remar contracorriente.
Las lecciones más duras deben dejar los aprendizajes más valiosos, creo. Por lo tanto, el 2009 es una de las mayores en nuestra historia reciente.
lunes, 28 de diciembre de 2009
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