lunes, 26 de enero de 2009

Israel hoy

Bombas prohibidas. Municiones con fósforo, sustancia que explota al contacto con el aire y que al utilizarse en conflicto armado constituyen lo que internacionalmente se denominaría como 'crimen de guerra' fueron usadas por Israel en su más reciente acto de represalias a los ataques palestinos contra ellos. La pasada incursión militar israelí, el conflicto en medio oriente y la impunidad de este país ante las cortes internacionales (mucho en gracias al apoyo de Estados Unidos) son un tema que personalmente me provoca el vómito por puro sentimiento de impotencia.
Resulta obvio que Israel aprovechó los últimos días del excelentísimo Bush Jr. al mando del gobierno de Estados Unidos (fue su veto al cese al fuego inmediato en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas lo que permitió a Israel realizar su invasión terrestre a Gaza) para escribir uno de los capítulos más brutales y descarados del libro de la Estupidez Humana, y todo indica que su pasión por estar entre los protagonistas del mismo los llevará a continuar haciendo anotaciones en el futuro cercano, tras declaraciones como las del contendiente opositor al gobierno israelí, Benjamín Netanyahu, en las que deja claro que el proyecto colonialista de Israel está lejos de verse concluido.

Tratar de definir este conflicto en pocas palabras, resumiendo o dejando de lado hechos, cifras y datos, resulta imposible. Lo que es de vital importancia, es conocer su origen, sus causas y las motivaciones que hay detrás de los principales actores.

Como toda buena guerra, esta no es la excepción en cuanto a que su origen se encuentra en el deseo de dominio y poder. Tras el establecimiento del Estado de Israel, durante el cual no le preguntaron opinión a Cisjordania, Líbano, etc., después de la segunda guerra mundial, quedó claro que la imposición internacional en la zona funcionaría como una base dentro del territorio enemigo, permitiendo, bajo el estandarte de tierra prometida, una serie de crímenes e inhumanidades que difícilmente veremos castigadas por la justicia terrenal.

Pero la tierra prometida no fue suficiente para ellos, y tras la guerra de 1967, el proyecto colonial dentro de los territorios palestinos comenzó, violando la 'línea verde', que los separa de la Franja de Gaza y Cisjordania y dando paso a una infame ocupación que ha obliterado miles de vidas gracias a su brutalidad, todo en nombre de su seguridad como país, a pesar de la clara intención de dominio geográfico, político y económico.

Por supuesto, en este conflicto no hay inocentes, Hamas y los extremistas islámicos han usado el terror como medio de pelea, pero resulta difícil cuestionar si ese tipo de acciones se han realizado por intolerancia y xenofobia más por el hecho de que los pueblos oprimidos se han visto obligados; gracias a la superioridad militar israelí y el antes mencionado apoyo de importantes actores de la comunidad internacional, pocos son los recursos de acción que quedan a los ocupados. La época en la que el bando bueno y el malo eran perfectamente reconocibles terminaron, lo que ha provocado una evolución en el arte de la guerra (armas inteligentes, guerra mediática) en todo sentido menos uno: el involucramiento y la muerte de inocentes. La muerte de un niño o un anciano, una mujer o un hombre para satisfacer vanos y anquilosados intereses políticos es injustificable desde cualquier punto de vista.

La balanza en pérdidas humanas es inaceptable en todo sentido, y sigue siendo una gran pena que gente que nada tiene que ver con los oligárquicos y megalómanos planes de unos pocos paguen con familia, sangre y lágrimas el altísimo precio del bienestar de reducidos grupos en el poder. Nos encontramos muy lejos del fin de la guerra, a millones de kilómetros de un entendimiento y respeto mutuo entre diferentes razas y pueblos, cuando deberíamos concentrarnos en la palabra humanidad y lo que implica. Resulta repugnante la criatura que desperdicia su habilidad para el bien y el crecimiento humano, consciente de su breve tiempo en este lugar, para llevar a cabo, intelectual y activamente, actos barbáricos, dándose de palmadas en la espalda tras sus logros banales impulsados por su insaciable apetito por poseer y dominar.

Israel ha manejado una política enraizada en el delicado tema del holocausto al recordarnos en toda oportunidad las atrocidades cometidas contra su pueblo en la segunda guerra mundial y recalca su derecho (humano y divino) a poseer un trozo de tierra al cual llamar patria, pero, por su lado, niega la creación de lo mismo a los Palestinos, ¿acaso ellos no tienen el mismo derecho a una tierra propia, libre de opresión y miedo? Resulta no inaudito, sino descarado y completamente deshonesto que esté dispuesto a cometer actos del mismo cariz que los que tanto ha usado como escudo de justificación.

Israel no está peleando por la Tierra Prometida, estoy seguro de que Dios no ha autorizado el uso de misiles con escuelas como blanco.

rodävlas

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