Hace unos días, Condoleezza Rice comentó que Estados Unidos no puede resolver los problemas del mundo.
Si esto es así, ¿por qué se meten en todo? La política doble y neoimperialista que ha manejado el gobierno estadounidense los últimos 8 años (dejando por el momento a un lado todos los anteriores, pero resaltando también el de Bush padre, antes que Clinton y sus menos destructivos deslices) es uno de los ejercicios de hipocresía descarada más evidentes actualmente; intervensionismo (probablemente Irak llegue a ser el nuevo Puerto Rico), bloqueos económicos, tratados apoyados (no proliferación de armas nucleares cuando tienen el mayor arsenal de la Tierra), tratados evitados (adscribirse al Protocolo de Kyoto desde luego no conviene a su industria) y demás actividades políticas internacionales del coloso capitalista ponen en evidencia el hecho de que el país sin nombre se detiene ante nada cuando de sus intereses se trata.
Si se jacta de ser el jugador principal, pretende serlo, y de cierta manera lo es (aunque pese reconocerlo), ¿por qué entonces este país se queja cuando los ojos del mundo voltean hacia él pidiendo una mano?
La posición de los Estados Unidos de América en el escenario mundial es complicada, y dejando a un lado favoritismos, nacionalismos y vísceras, pero haciendo un enfoque idealista, esta unión de estados tuvo, y tiene aún, el poder para coronarse con laureles en vez de ser apedreado por la comunidad internacional. ¿Es en realidad tan ingenuo pensar que su gobierno podría dar la vuelta en esta transición de poder? La oportunidad está presente, pero no podemos darnos el lujo de creer que ahora que Barack Obama está al mando todo cambiará radicalmente. Su país ha sido alimentado con miedo y terror por los medios, dominado por políticos tan hambrientos de poder y enfermos de megalomanía. Las acciones serán las que nos permitirán ver hacia qué lado se inclina la balanza. Ciertamente, el primer presidente afroamericano marca un importante cambio y un parteaguas que evidencia posibilidades que deberán seguirse de cerca para verse convertidas en acciones y hechos. El retiro de las tropas en Irak (que no significa el retiro del dominio e influencia estadounidense en el país), la desaparición de la base en Guantánamo y el obligatorio enfoque inclusivo (fuera de acciones de afirmación racial) de su mandato son un buen comienzo. Hay que darle tiempo de trabajar y oportunidades para hacerlo.
Equiparo esta transición de poder con la oportunidad, en escala diferente, que tuvo Fox en nuestro país; y bueno, todos sabemos cómo terminó esa historia de botas en el hocico y faldas que pesan más que dos huevos de rancho. Al mando de la nación más poderosa del mundo, Barack Obama tiene todo a su alcance para ser un eje de cambio verdadero que inaugure el inicio de un saneamiento político indispensable para que la humanidad sobreviva a su propia adolescencia y madure hacia algo simplemente mejor.
Sería injusto pensar que sobre sus hombros recae toda la responsabilidad del planeta, es en equipo como se debe trabajar en este escenario y es más responsabilidad del pueblo exigir con voz, voto y acción mejores gobiernos y mejores dirigentes. El pueblo estadounidense eligió mal con Bush en su primer término y se vio forzada a continuar con él gracias a la paranoia dispersada como polvorín provocada por los ataques del 11 de septiembre y la consecuente 'guerra contra el terror'. La esperanza, sin embargo, ha adquirido en el ambiente internacional, un pequeño respiro que debe ser aprovechado en su totalidad, con decisión y honestidad. Maldita sea, vaya que soy ingenuo, pero prefiero creer en la gente antes que llevar la guardia siempre en alto.
Por el momento, creo que se puede celebrar el fin del mandato de Bush, luego de una política guiada por su padre y el enclave del cual forma parte, en la cual la ignorancia y el descaro fueron predominantes. Incluso él mismo ha comentado que será difícil verse al espejo luego de 8 años de estupideces… ¿honestidad en retrospectiva? Lo dudo, y el gesto es tan ínfimo que resulta baladí.
El poder trae consigo responsabilidades. El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. Sólo cabe esperar que el escudo de honestidad de Obama perdure sin mancillarse demasiado.
rodävlas
lunes, 19 de enero de 2009
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